Son muchas las opiniones que se vienen dando en los últimos años tras la impresionante subida en el
número de capturas que se han venido produciendo en las monterías celebradas en Europa y en España
en particular. Es conocido el excepcional aumento de la población de
jabalíes
en toda la Península Ibérica, y de cómo se les puede ver con una inusitada frecuencia, en los
alrededores de pueblos y ciudades.
Todo ello está mereciendo una importante atención por parte de las autoridades
competentes por varias razones que van desde las estrictamente relacionadas con la seguridad de
las personas y las cosas, así como de las cosechas, hasta las que más tienen que ver con los
cambios que se vienen produciendo en la propia morfología del jabalí. No ya en exclusiva por los
cruces que se hacen con otras
razas de jabalí,
sino por el cambio en la alimentación propiciado por las cebas que se hacen en los comederos de los
cotos sociales, deportivos o privados al objeto de mejorar el peso, por un lado, y la querencia en
los lugares que más tarde se van a montear, por otro.
Así pues, habrá que analizar ambas cuestiones que no son nada baladíes. La de la
seguridad, porque son muchos ya los
accidentes de tráfico causados por jabalíes
todos los años, y el de la alimentación, por las posibles taras o mutaciones que se pueden
dar desde los hábitos alimenticios, y que pueden llegar a afectar al Sus scrofa de manera
significativa.
En concreto en España y tras hacerse público el IX Informe del Centro de
Estudios Ponle Freno AXA, sobre colisiones de vehículos con animales, dicho estudio arroja unas
cifras claramente significativas, cuando no preocupantes, ya que el 33 por ciento de los
accidentes causados por animales, los protagonizan los jabalíes. Un tres por ciento más, que
los producidos por los perros, teniendo en cuenta la diferencia de población, y la simbiosis
existente entre el ser humano y los canes.
Entre los 3.000 siniestros contabilizados en el año 2013 por esta compañía, el
62 por ciento afectaron a especies de caza y mayoritariamente se produjeron entre los meses de
octubre y enero, en plena temporada de caza. Otro dato significativo, es que la mayoría de
las colisiones tienen lugar en la parte norte de España, en las provincias de Gerona, Orense,
Barcelona, León, Coruña, Lugo y Huesca.
Por otro lado está la principal consecuencia de que el aumento de la
población del jabalí se haya producido de la manera que se ha producido. Son los cotos
intensivos de caza en los que el
jabalí
es alimentado de muy diversas formas: desde piensos que no reúnen las condiciones de aporte
complementario a su dieta diaria, hasta toda clase de cereales que contribuyen a un desequilibrio
de su sistema alimentario natural basado en lo que encuentra por el campo. Al ser el jabalí
omnívoro, come toda clase de alimentos, los que su propia genética, les va ordenando de cara a su
desarrollo.
Ahora bien, el tener unos comederos con alimento seguro, les hace de alguna
manera dependientes de esos lugares —que es lo que persiguen los propietarios de los
cotos de caza
de cara a vender más puestos y más caros cada año—, con lo cual, se produce una alimentación más
lineal que difiere de lo que son los aportes calóricos que el animal debe obtener, hecho este, que
desde el punto de vista estrictamente de su salud, repercutirá a la larga en su morfología. |