Las trampas para jabalíes están prohibidas por la legislación española, lo que no es óbice,
para que sea una práctica empleada frecuentemente por cazadores furtivos que trafican con la
carne o los trofeos de los animales atrapados. Por otro lado, está también muy extendido el empleo
de este tipo de artes, por aquellos propietarios de pequeñas explotaciones agrícolas que ven cómo
sus cosechas son arrasadas por una piara de
jabalíes
o de un solo animal. Por el contrario, en Texas (EEUU), y precisamente por esos últimos motivos, sí
está permitida la captura de los cerdos salvajes y de jabalíes que dañan las cosechas.
Por regla general, se usan el lazo de acero y las jaulas, si bien
existen otros métodos menos desarrollados y utilizados, como son los fosos cavados en el
suelo y tapados con cañas sobre las que se coloca una manta impregnada en gasoil —olor muy
atractivo para el jabalí— y cubierta con ramajes del terreno y con algún que otro cebo entre la
maleza que cubre la manta, como puede ser el maíz o la fruta ya pasada. Otros tipos de
trampas para jabalíes
usados, aunque menos, son, y también prohibidos, los cepos y las ballestas, ya que en
ellos, además de un jabalí se podrá encontrar cualquier otro animal que pese lo suficiente como
para disparar el resorte de presión que lo activa. Además de esto, es un procedimiento muy
cruento.
El lazo sin freno es la trampa para jabalí más utilizada por varias
razones, una de ellas es que se monta en el campo en muy poco tiempo y es mucho más fácil de
transportar que la jaula, y, porque además, la colocación de la jaula es más laboriosa. Y qué decir
del foso, que hay que cavar, no menos, de un metro y medio. Ahora bien, esta última modalidad de
caza con trampa es la más incruenta de todas, ya que el animal será muerto a lanza, cuchillo
o de un disparo allí donde se encuentre.
Tanto para el lazo, como para la jaula o el foso, hay que guardar una serie de
precauciones, como son la hora de colocación que siempre ha de hacerse al atardecer; el
avistamiento de pistas suficientes para saber que va a entrar por allí el animal, y colocar el
cebo en el lugar correcto, para que el
jabalí
no entre a comerse la «golosina» por un sitio diferente a donde está colocada cualquiera de estas
dos artes, si bien, en el caso del lazo, puede entrar tanto en una dirección como en otra, si está
situado en un paso que utilizan habitualmente los animales objeto de la caza, o sea que puede caer
a la ida a la baña o al comedero, o de vuelta de él.
En el caso de la jaula, las precauciones y el seguimiento, así como la
colocación, han de ser las mismas que con los lazos, aunque en este caso la puerta de entrada está
situada de frente al lugar por donde el animal pasa ordinariamente, aunque si el cebo que hay
dentro, es lo suficientemente «goloso», no importará el lugar ni la orientación en que se halle. |